TORA, UN TIGRE GASTRONÓMICO

Nuevo zarpazo de la pareja gastronómica del momento, después del éxito de los Aldo´s, Aldo Graziani y el chef Maximiliano …


Nuevo
zarpazo de la pareja gastronómica del momento, después del éxito
de los Aldo´s, Aldo
Graziani

y el chef Maximiliano
Matsumoto
,
salen a la cancha con el que promete ser un nuevo gran éxito.





Tora
significa
tigre
en japonés

y es sabido que es este animal, una figura de gran poder en la
cultura asiática.





Ubicado
en Palermo Botánico o lo que para algunos es el inicio de Barrio
Norte (Cabello 3738) el restaurante deslumbra por lo lindo que es,
tanto como luego logra deslumbrar con los platos elaborados por
Matsumoto
y su brigada.





Quienes
han comido en Aldo´s
saben del talento de Matsumoto,
chef ejecutivo de todos los emprendimientos gastronómicos de Aldo
Graziani
,
pero es acá en Tora,
donde el chef pareciera sentirse a sus anchas, más que nunca
despliega aquí sus alas y lo que consigue es hacer remontar vuelo al
comensal, con una carta que mixea lo mejor de cocinas ancestrales
como la japonesa, la china, de Indonesia, Thai y vaya uno a saber
cuál otra más!





El
menú resulta perfecto para quien quiera emprender un viaje con el
paladar por tierras lejanas de aromas, sabores, ensueños y placeres,
como tan cautivante lo es el continente Asiático.





Antes
de entrar de lleno en un menú que es puro arte, detalle aparte,
merece la decoración de
Tora
,
que es lindo por donde se lo mire y bello como pocos restaurantes.





Gran
trabajo ha hecho, su diseñadora, Emilia Carranza, quien ha dado que
hablar con su “Niño
Gordo
y
que acaba de terminar el recientemente el puesto a nuevo, “El
Preferido
nueva
apuesta dePablo
Rivero (Don Julio).





COMER
RICO PRODUCE FELICIDAD INSTANTANEA.





Matsumoto,
ha cocinado en los mejores restaurantes, con los mejores y en muchos
lugares de Europa, pero su “toque es único, sus combinaciones
de sabores exultantes, el uso perfecto y respetuoso de los mejores
productos y la gracia y delicadeza de sus terminaciones, hacen de sus
platos verdaderas piezas de arte, arte efímero.





Tiene
este chef, el poder de transformar el día de uno en algo mejor, tan
solo con la magia de su comida.






La
carta de Tora,
no es extensa, pero si es casi perfecta, presenta un balance ideal,
donde todo tienta y todo hace ilusión probarlo, por eso está bueno
quizás compartir una o dos entradas, probar algún principal y
encontrar la excusa de volver, para seguir probando otros platos.





Cuando
uno se sienta a la mesa, lo primero que van a traerles es una especie
de pan frito, similar a un churro, con un dip de manteca tibia con
jengibre.





Un
vicio verdaderamente, de lo rico que es.





Para
empezar el Tiradito
Japonés
,
derrocha frescura, sabor y alegría de vivir… la salsa ponzu agrega
el picor justo para recreación del paladar.($290).





El
Tempura
hecho
en el momento con una salsa de nabo ahumado, deslumbra con lo
perfecto que puede llegar a ser algo tan simple. Menos, acá es más.
($190).





Otro
plato riquísimo, son una especie de pancitos de masa Bao,
rellenos
con abundante conejo y jengibre, terminados a la plancha y
presentados sobre un espejo de salsa de soja y un circulo de
Sriracha, cada bocado conjuga el más puro sabor. (Sheng
Jian Bao

$275).





Un
plato principal, por el cual regresaría mil y una noches a Tora
para volver a comerlos, son los Ñoquis
Coreanos
,
con ragú de chivo y soja fermentada, los ñoquis están hechos de
arroz mochi, los doran por fuera para darles crocantes y por dentro
resultan esponjosos, la salsa es aceite de sésamo, soja, porotos
fermentados y un picante chino. Para este plato, cuenta Matsumoto
prefirió utilizar chivo y no cerdo, como se hace tradicionalmente.





El
guisado de cordero, tradicional japonés, con yogurt ácido y la
sutileza de perlas de granada, es un plato ideal quizás para
descubrir y compartir en pareja. (Kare
Japonés $400).





Vinos
con estas comidas, ustedes dirán que son los blancos los que mejor
van y estoy de acuerdo, pero un buen Pinot
Noir, por su frescura y liviandad,

para mí no hace más que exaltar la cocina oriental.





Toda
manducación que se precie debe de tener un gran final, un rico y
verdadero, postre.





La
cocina oriental no descolla precisamente por sus postres, pero el
chef Matsumoto
sube la apuesta y pone la vara muy alta, con dos postres como para un
disfrute final a fondo…





Parfait
de Maní
,
un ganache de chocolate y toffee de miso o el Mochi
Helado
,
masa de arroz glutinoso, rellena de helado aduki.





Por
último, me permito destacar el
servicio
,
la atención, los buenos modales y lo informado que está el personal
a cargo.





Magnífico
entrenamiento seguramente, de un profesional conocedor del buen
servicio, como es Aldo
Graziani.





Comer
en Tora,
pareciera encerrar una celebración, cada bocado parece aportar su
cuota de alegría, al gozo del buen comer y la dicha de vivir.





¡Salud!






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